En la Alemania de principios del siglo XX se dio a conocer un caballo con una peculiaridad que traía de cabeza a más de un habitante de la zona; al parecer, este equino era matemático.
Dúo Dinámico
William Von Osten era el propietario de Clever Hans. Ambos se dedicaban a viajar por el mundo para demostrar las habilidades excepcionales que poseía el equino.
Estos espectáculos atraían la atención de ciento de personas. El acto consistía en plantearle una serie operaciones matemática a Clever; como respuesta, el caballo daba el resultado exacto golpeando el suelo con los cascos de sus patas.
Para asegurar de que William Von Osten y Clever no hicieran trampa el público podía participar; planteaban ejercicios matemáticos que, para sorpresa de todos, el caballo respondía certeramente.
Cualidades excepcionales
Clever Hans fue tan famoso que formó parte de portadas de revistas de la época, esto gracias a sus habilidades para sumar multiplicar y dividir. Un acontecimiento que causó gran agitación entre los europeos. Y, a pesar de los escépticos, las pruebas que se realizaron daban certeza de que el caballo podía resolver ejercicios matemáticos, pero…
El gobierno alemán decidió crear y enviar una comisión para documentar en acción a los protagonistas. El equipo contaba con 13 participantes entre los que se encontraban, Carl Stanff, como director de la comisión, un veterinario y un gerente de circo; además, de un encargado de zoológico y un psicólogo.
El informe, de nombre Comision Hans, arrojó que los estudios realizados al caballo y a su propietario eran verídicos y que no existía engaño alguno.
Inteligencia a todo galope
Sin embargo, un ayudante del director junto al psicólogo se percató de algo más. Ellos notaron que Clever, a pesar de dar el 90% del resultado positivamente; este acertaba solamente las respuestas que su propietario sabía.
Luego de varios análisis llegaron a la conclusión de que el caballo Clever Hans no sabía contar, pero sí que era extremadamente inteligente porque leía perfectamente el lenguaje corporal de su propietario.
De allí, nace el efecto Clever Hans o el efecto Pigmalion, que se refiere a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra; bastante conocido en psicología experimental. ¿Lo sabías?