Como salido del genio creador del maestro Botero, este gato azul Chartreux de formas redondas y brillantes ojos ambarinos, cautiva a sus dueños, que lo atesoran como a una costosa obra de arte.
Proveniente del crisol del Oriente Medio y criado en Francia a partir del siglo XVI, el Chartreux porta un mullido y esponjoso abrigo que lo protege durante el invierno, requiriendo mantenimiento frecuente para que permanezca sano y deslumbrante, cual estrella de cabaret parisino.
Criado por monjes cartujos a las afueras de París, el Chartreux, se mantuvo a partir de su afamada letalidad contra los roedores; ya que su fuerte y ágil contextura representaba un obstáculo insalvable en las rutas hacia el queso y el pan de los frailes.
La dura vida monástica del Chartreux, ayudó a conformar una raza resistente, pero que estuvo a punto de desaparecer. Su portento como gato de compañía sólo pudo recuperarse después de las dos guerras mundiales; cuando su espectacular pinta de ‘Starcat’ comenzó a descollar más allá de su exclusivo círculo de admiradores franceses.
Los embelesados dueños del Chartreux lo describen con dulzura y admiración; refiriéndose a ellos por su gran inteligencia, su discreta compañía, su buen carácter y su indudable atractivo, que jamás pasa desapercibido.
Llamado también maltés o cartujo, este felino grácil y de aterciopelado manto lunar, ha recorrido un tortuoso camino para lograr el estrellato en que se encuentra; mostrando una tremenda capacidad adaptativa y exhibiendo sus suaves líneas oblongas, agraciadas por el pincel de los dioses.