El actual Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, levantó las restricciones para la caza de osos y lobos en Alaska. Estas prohibiciones las había colocado su antecesor, Barack Obama, debido a que afectaba la fauna silvestre y los métodos de cacería eran bastante polémicos.
Desde usar rosquillas o donuts para atraerlos hasta invadir sus madrigueras con linternas para interrumpir su hibernación y cegarlos, tengan o no crías con ellos; para lograr su cometido.
Lo mismo sucede con los lobos de la zona, este levantamiento deja que los cazadores hagan de las suyas a cualquier hora. Se permite invadir guaridas y matar a los animales junto a sus lobeznos. De igual manera, el cazador tiene libre autorización de abrir fuego contra caribúes o reno desde los barcos, un sinónimo de ‘matar a distancia y seguir el rumbo naval’.
Entre lo lúdico y la supervivencia
Si bien los indígenas de las zonas tienen la potestad de hacerlo, es porque ellos lo hacen única y exclusivamente para alimentar a sus familias; no por simple actos lúdicos. Cabe acotar que los actos de los aborígenes no afectan el equilibrio de la naturaleza, esto ha sido transmitido de generación en generación, tomar de la naturaleza, agradecer sin afectar su armonía.
Eddie Grasser, Director de la Conservación de la Vida Silvestre de Alaska expresó en una entrevista para el New York Times que, estos métodos de caza solo son utilizados por personas para subsistir; descartando, al parecer, la participación de cazadores clásicos o de Safaris.
Los ecologistas, ambientalistas, proteccionista y organizaciones a favor de la fauna no se hicieron esperar; condenando la decisión del presidente Donald Trump, expresando su descontento diciendo que está literalmente pisoteando la importancia que tienen las especies, solo por el interés económico del grupo de presión.
Un dato curioso es que el hijo del actual presidente de EE.UU., Donald Trump Jr. Es aficionado a la caza y se sabe que ha viajado en distintas ocasiones a Alaska.