La planicie sudamericana está perdiendo a su máximo protector debido a la invasión, desforestación y caza indiscriminada. Ayuda a propagar el mensaje para la conservación de este felino, el jaguar.
El jaguar (Panthera Onca) es el felino más grande de Suramérica, y el tercero de mayor tamaño en el planeta, un depredador perfecto, extremadamente fuerte, ágil, con excelente visión nocturna, oídos altamente desarrollados, olfato sensible.
A diferencia de otros felinos, no le teme al agua, por el contrario; se mantiene cerca de los ríos porque sabe es una buena fuente de alimento, allí puede deleitar manjares como tortugas, peces, anacondas, cocodrilos y babillas, mientras que en tierra puede conseguir armadillos, tapires, ciervos, pecaríes, capibaras y primates.
Su hábitat le sirve como un excelente hipermercado con todos los minerales y proteínas que este necesita. Tiene uñas retráctiles, grandes dientes y potentes los músculos en la mandíbula; capaces de hacer trizas el caparazón de una tortuga y atravesar la piel de coraza de un cocodrilo con gran facilidad.
Sus manchas o rosetas como también se les conoce y llevan este nombre porque tienen forma de rosas, lo ayudan a mimetizarse entre la maleza y las ramas de los árboles del entorno, esencial para emboscar a sus presas, de allí su nombre yaguar que, en lengua nativa americana, significa ‘el que mata con un salto’.
Algunos son tan oscuros, mejor conocidos como panteras negras o jaguares melanísticos, que parecen no tener rosetas en su pelaje, lo cierto es que todos tienen estas manchas, y tal como las huellas dactilares en los humanos, el patrón es único en cada ejemplar.
El humano, su mayor predador
La Panthera Onca es una especie que está incluida en la CITES, The Convention on International Trade in Endangered Species of Wild Fauna and Flora, un acuerdo internacional entre gobiernos de distintos países cuyo propósito es el de asegurar que el comercio internacional no amenace la supervivencia de las especies en su medio natural.
El mayor depredador de nuestro continente ha sido desplazado al segundo lugar por el ser humano, su mayor predador, gracias a la facultad, y gran facilidad; que tiene para destruir el hábitat de esta y otros miles de animales.
La desforestación, la invasión, la caza indiscriminada de la especie y de sus presas; aunado al conflicto entre ambos linajes son los ingredientes activos para estimular la ebullición de la desaparición de este felino.
Estudios realizados detallan que existen 34 subpoblaciones independientes de jaguares en el continente, de los cuales 25 se encuentran en Peligro Crítico (PC), esto según información publicada en de la Revista Internacional de Conservación Oryx.
Deidad ancestral vs peligro actual
El jaguar es distintivo en la cultura contemporánea y en la actualidad sigue siendo, literalmente, una deidad. En Colombia, tiene un lugar especial en los escudos del departamento de Córdoba y su capital, Montería; de igual manera en la bandera del Amazonas.
Gracias a su sigilo, fuerza, velocidad y destreza para ‘desaparecer’ en su entorno; se ha considerado como una criatura mágica para muchas culturas a lo largo de la historia, especialmente en la azteca; donde se colocaron como guardianes de los templos sagrados y hasta se nombró una élite de guerreros conocida como ‘Caballeros Jaguar’.
En la mitología Maya era la deidad del inframundo; aquel que guiaba y protegía al sol cada noche en su viaje interno a través de la tierra asegurando el nacimiento de este cada mañana.
En la ‘era moderna’ sucede lo mismo en diversos países del planeta, donde el gran minino es emblema de equipos deportivos o marcas de lujo como la de los automóviles británicos Jaguar.
Esta especie ha sido considerada extinta en países como Uruguay y El Salvador. Mientras que en Colombia, por ejemplo, tres de las subpoblaciones existentes, La Sierra Nevada de Santa Marta, el Complejo Serranía del Perijá y Paramillo San Lucas; se encuentran bajo Amenaza Crítica (AC).
La conservación y el respeto por el hábitat de esta y otras especies silvestres debe proliferar para que el equilibrio de la naturaleza se mantenga.
Es importante saber que una persona no logra cambiar al mundo, pero sí puede transmitir y hacer llegar el mensaje aquellos que realmente desean un cambio positivo para el planeta.