Los inseparables ‘Nevado’, un gran perro de raza mucuchíes, y Tinjacá, un valiente indígena que lo cuidaba; acompañarían al Libertador en numerosas acciones militares, forjando una entrañable amistad, sólo truncada por la muerte heroica de ambos en combate.
‘Nevado’, valentía y nobleza
Cuentan que ‘Nevado’ le fue regalado a Bolívar en los inicios de la llamada ‘Campaña Admirable’; una serie de batallas y rápidos avances que, con fuerte apoyo de los patriotas de la Nueva Granada; conducirían a la victoria sobre los españoles en 1813 y a la instauración de la llamada ‘Segunda República’.
Tinjacá, indígena del Páramo de Mucuchíes en el estado venezolano de Mérida, se sumaría a la tropa patriota en plena campaña militar. Inicialmente como cuidador de ‘Nevado’, hasta llegar a involucrarse en los combates junto al gran can de aproximadamente 60 kilos.
En una ocasión, Tinjacá y ‘Nevado’ fueron apresados por el enemigo, para luego escapar tras un cautiverio de varios meses. Cuentan que Bolívar, al enterarse de la noticia de la evasión de sus fieles amigos, fue a rencontrarse inmediatamente con ellos.
Tesoro en peligro
El mucuchíes o mucuchicero, es una raza canina actualmente en peligro de desaparecer. Son perros grandes, robustos y muy fuertes, proveniente de razas españolas empleadas en el pastoreo de ovejas en las frías montañas y valles de Los Pirineos entre los que se encuentran mastines y pastores de Los Pirineos.
Algunos cronistas dicen que ‘Nevado’ era un aguerrido atacante, bien conocido por la tropa, quienes distinguían sus poderosos ladridos en el fragor de las batallas; recibiendo también junto a los soldados de Bolívar los honores durante su entrada a Caracas en agosto de 1813.
Sin embargo, a pesar de estar envuelto en una guerra ajena y vivir en una época turbulenta, también se cuenta que ‘Nevado’; al igual que los miembros de su raza, era un perro muy noble y afectuoso, consentido por Bolívar´, por su cuidador Tinjacá y por los soldados patriotas; quienes siempre trataban de impedirle su entrada en combate.
Como todo peludito, ‘Nevado’ o ‘Simoncito’ como también lo llamaban, correspondía el cariño humano con el efusivo cariño canino; haciendo tambalear al Libertador con su gran peso, cada vez que le ponía sus grandes patas en el pecho.
El gran ‘Nevado’, ya siendo un perro adulto de aproximadamente 8 años, murió de un lanzazo junto a Tinjacá en la batalla de Carabobo, la que selló la independencia de Venezuela en junio de 1821. Se cuenta que Tinjacá, mortalmente herido, llegó a decirle al Libertador: “Ah, mi General, ¡nos han matado al perro!”.