El tener una mascota en casa es sinónimo de responsabilidad, atención, disciplina, unión y amor incondicional; pero existen casos en los que el sentimiento amoroso se torna literalmente obsesivo, a esto se le conoce como petofilia.
Trastorno excesivo por dar amor y atención
La petofilia es el amor exagerado de una persona por su mascota, llevándole, en ocasiones, a una obsesión por el cuidado; sobrepasando, incluso, los propios deseos del humano mismo.
En la mayoría de los casos las personas están conscientes del trastorno, pero prefiere hacer caso omiso a esto para no ‘desproteger’ a su compañero de vida. Un ejemplo de ello es el gasto exorbitante de dinero, incluso, cuando no los haya.
Tratamientos de belleza, juguetes, alimentos, ropa, viajes, entrenamientos y entretenimientos, camas y colchones; son tan solo algunos de los gastos constantes que las personas con petofilia realizan.
Es probable que las personas que tengan tendencia a desarrollar este tipo de patología sean aquellas con carencias afectivas o con poca vida social. También puede que hayan experimentado experiencias traumáticas con otras personas.
Por otra parte, el comportamiento del humano puede cambiar para con su entorno; llegando a aislarse y tornarse excesivamente negativo con los que les rodean, encontrado confort y tranquilidad solo con su mascota.
Amor que enferma
Estas ganas de entregar amor excesivo tarde o temprano afectará el comportamiento del animal. En el perro, por ejemplo, creará síndrome de dependencia y trastornos de ansiedad por separación. Acarreando ladridos, aullidos y comportamientos destructivos cuando el propietario no esté en casa. En los gatos, podría generar rechazo hacia su propietario, por ejemplo.
Aquellas personas que padecen de trastornos de petofilia saben que su mascota es el centro de atención de su vida. Si bien el animal es un miembro más de la familia, para el petófilo es más que un tesoro del cual no debe separarse en ningún momento.