Les presentamos a una de las razas caninas más antiguas hasta ahora documentadas: el Saluki o galgo persa, descendiente de los reyes de la velocidad.
Los Saluki evolucionaron de lebreles criados en regiones del norte de África, “oriente medio”, Irán y la península arábiga; caracterizadas por enormes desiertos, mares de arena reseca y variaciones extremas entre las temperaturas diurnas y nocturnas.
En tales condiciones, estos magníficos canes desarrollaron patas largas y delgadas para mantener sus cuerpos alejados del candente suelo durante el día, mientras que la delgada elasticidad de sus cuerpos les sirve para enroscarse sobre sí mismo y darse calor en las noches.
Los Saluki son perros altos, aerodinámicos, ‘cero grasas’ y con alargadas colas que sirven de timón a un can ‘diseñado’ para persecuciones a alta velocidad. Este aspecto fitness no es casual: sus ancestros fueron criados inicialmente para cazar animales tan veloces como las gacelas.
Mantenerse delgado, en la mayoría de los casos, también implica comer poco y hacer ejercicios, y al Saluki le gusta practicar ambos principios. Quizás esta característica provenga de sus linajes más remotos, acostumbrados a las frugales dietas del desierto y a los ‘rallyes’ cazando liebres en las dunas.
Ahora bien, los ancestros del Saluki gozaron de grandes comodidades, consideraciones y veneraciones entre egipcios, persas y árabes; al punto de ser momificados y protagonizar numerosas escenas de cacería en antiguos templos y tumbas, incluyendo la del famoso faraón Tutankamón.
En la actualidad, los Saluki son canes de compañía apreciados por su gran elegancia, capacidad de adaptación y comportamiento discreto; silenciosos, cariñosos, cálidos, así como altamente leales, fieles y exclusivos con sus dueños. Rasgos muy demandados por personas adultas y por petlovers que gustan gozar de tranquilidad.